La Palabra revela el amor de Dios por nosotros, porque en ella está la historia de la salvación.
Reiteradamente encontramos palabras como: compasión, misericordia, fidelidad, alianza, bondad, justicia, perdón, amor infinito. Es decir, toda la Sagrada Escritura está impregnada del inmenso amor de Dios por sus criaturas.
Jesucristo nos reveló el amor de Dios en su totalidad y en su infinidad. Es un amor que no termina.
Nosotros amamos, pero Dios es amor. Si observamos su Palabra, permanecemos en el amor, lo que significa que permanecemos en Dios.
Observar la Palabra implica vivirla, transformarla en vida concreta, con hechos que revelan nuestra total adhesión.
Conclusión: si vivimos la Palabra, no sólo participamos del amor de Dios, sino también lo transmitimos a todos los que nos rodean.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Esa Palabra de Dios es mi Raíz: yo he nacido de ese Amor Eterno y, solo enraizado en Él, la vida es fecunda. Vivir es dejar que viva ese Amor en nosotros. ¡Ojalá Dios nos llame solo cuando "la planta" haya cumplido del todo su Designio! (P.M.)