Cuando pedimos ayuda a Dios con humildad de corazón; es decir, sin pretender a toda costa que haga lo que queremos, Él escucha nuestra súplica y nos da su sustento.
Con la ayuda de Dios, la carga se vuelve liviana.
Su presencia no siempre se hace sentir del modo como desearíamos. También puede ocurrir que Su respuesta a nuestra súplica no se ajuste al razonamiento humano.
A veces, percibimos la intervención de Dios por medio de personas que como ángeles, acampan a nuestro lado y nos salvan.
Dios nos libera de todas las angustias cuando depositamos nuestra confianza en Él; cuando nos refugiamos en su gracia y en su asistencia.
En Dios todo es más suave y sereno, por eso buscamos nuestro refugio en Él.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Solo evitaremos que "confinamientos y restricciones" nos angustien y enfríen nuestra relación con los demás si mantenemos viva nuestra unión con Dios. ¿No ha actuado Él siempre en nuestra vida a pesar de nuestros fallos y defectos? (P.M.)