Siendo muy joven, Chiara Lubich descubrió que Dios la amaba inmensamente. De inmediato, se hizo la pregunta: “¿Cómo puedo retribuir un amor tan grande?”
La respuesta también fue casi inmediata: “Puedo retribuir el amor de Dios por mí, haciendo su voluntad”
Después de algún tiempo, se preguntó también: “¿Será que existe una voluntad de Dios que le agrade de modo especial? Sí, el amor al prójimo, y como consecuencia, el amor mutuo”.¹
Cuando amamos a alguien y somos amados por él, nace en nuestro corazón el deseo espontáneo de hacer su voluntad. Especialmente esa voluntad que más le agrada.
Pues bien, si decimos amar a Dios, o que queremos amarlo, debemos hacer su voluntad. Amarnos unos a los otros, eso lo que más le agrada.
Retribuyamos a Dios por todos sus beneficios con el amor mutuo vivido entre nosotros.
¹ Libre interpretación de las palabras de Chiara Lubich.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Que no suceda como con nuestros padres. ¡Cuántas veces se llora por no haberles amado y correspondido como se merecían! ¿Y hay alguien más Merecedor de gratitud que Quien nos da la Vida? Estamos a tiempo de convertirnos. (P.M.)