Estos dos versículos explican cómo se hacía la comunión de bienes entre los primeros cristianos. Al final del versículo 35 está escrito: “para que se distribuyera a cada uno según sus necesidades.”
Esto demuestra que quienes tenían necesidades, las ponían en común de la misma manera que los demás ponían en común sus bienes.
En nuestras comunidades cristianas de hoy, esa comunión está presente.
Son innumerables las acciones solidarias, los proyectos sociales y las iniciativas individuales de ayuda para quien está en necesidad.
Todavía estamos en tiempo de Pascua y el Resucitado viene a nuestro encuentro con su luz. Pero también nos muestra las marcas de la crucifixión, sus llagas, que ahora irradian la luz de la misericordia.
Con su luz, Él quiere sanar las marcas de los sufrimientos de cada criatura, por medio de la comunión de bienes entre nosotros, para ayudar a los necesitados.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Que no se conviertan en idolillos nuestros bienes. Si la primera riqueza -nuestro "amor primero"- es Dios, Él nos empujará a desprendernos, a dar: dar afecto, tiempo, ropa, oración, dinero... Hijos solidarios en una familia universal. (P.M.)