Al leer esta frase, no me vienen a la mente los momentos en que fui víctima de alguien que me lastimó de alguna manera. Pienso en los momentos en que me equivoqué: cuando peco, cuando no amo a mi prójimo, cuando no vivo la Palabra de Dios, cuando no hago su voluntad.
En esos momentos mi espíritu queda abatido y solo el Señor puede darme consuelo y fortaleza con su infinita misericordia.
Recupero el ánimo cuando siento el inmenso amor de Dios por mí; cuando recuerdo que Jesús vino al mundo para liberarme de mis faltas con su muerte y resurrección.
Cuando reflexiono sobre mi corazón herido por mi debilidad, siento la cercanía de Dios, que me libera de todo mal.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
¡Ojalá, en tan malos momentos, gracias a nuestro amor mutuo, podamos ser ángeles, unos para otros, de ese "Dios cercano"! Para vivificar la fe en Su Presencia, para confortar y transformar en amor toda soledad, como solo Dios puede y sabe. (P.M.)