En la fiesta de Todos los Santos, Chiara Lubich nos invita a buscar la santidad juntos para testimoniar el amor recíproco también más allá del límite de nuestra vita terrena.
Hemos comprendido que estamos llamados a amar a los hermanos, pero se puede amar poco o mucho. Ama poco aquel que se limita a hacerlo durante su vida terrena; ama mucho en cambio, quien encuentra el modo de amarlos también después, a lo largo de los años y de los siglos, porque, viviendo Cristo en él, se queda en la tierra como modelo al que muchos pueden imitar.
Así han hecho los santos. Se sigue meditando sobre sus vidas, sus escritos y sus obras, incluso después de siglos y siglos de haber dejado esta tierra.
Siguiendo su ejemplo, nosotros también podemos hacer esto: hacernos santos por amor a nuestros contemporáneos y a los que vendrán, para darles luz y estímulo en el camino de la vida durante largo tiempo, e infundir en sus corazones la llama del amor.
Hacernos santos, por lo tanto, no para satisfacción nuestra, sino ̶ además que para gloria de Dios ̶ por nuestros hermanos
Chiara Lubich
En: Chiara Lubich, Santificarse Juntos, Ciudad Nueva, Madrid 1994, p. 88