Nuestro amor debe tener la misma medida que el amor de Jesús; es decir, un amor sin medidas. Jesús llegó al extremo del amor cuando se entregó por completo, muriendo en la cruz. Y después fue más allá, venció a la muerte para darnos vida.
Por esto, debemos tener seguridad y dar testimonio de que el amor lo vence todo, incluso hasta la muerte.
Debemos amar a todos, porque el amor no hace distinciones.
Podemos amar donándonos a Dios en el hermano, en cada gesto.
Podemos amar ahora, en el momento presente.
Debemos amar hasta el fin, siempre.
Amando siempre, de inmediato y con alegría, hacemos que el amor venza siempre.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
En "pantalla grande"-la vida pública- vemos cada día los estragos que producen la envidia y la soberbia. Que en "nuestros dominios" el amor venza siempre los roces de la convivencia (un pequeño desaire, un rencor, una incomprensión...). (P.M.)