No importa si la otra persona se equivocó o no, juzgar su actitud significa condenarlo, excluirlo de nuestras relaciones.
Tratemos de ser más misericordiosos e intentemos ayudar al otro acercándonos aún más a él, mostrándole con nuestro ejemplo lo que es correcto. No usemos una retórica moralista, porque corremos el riesgo de caer en la hipocresía. Seamos coherentes con lo que creemos, con los principios que defendemos y vivimos.
Cada uno será juzgado con el mismo criterio que usa para los otros. De la misma manera seremos perdonados con el perdón que damos a todos.
El perdón es el antídoto al juicio. No sólo una, dos, tres o siete veces, sino setenta veces siete. (Cf. Mt. 18,22)
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
No porque nos apuntemos a la ingenuidad y la indiferencia ante el mal y la mentira, sino porque Él, Creador y Padre, Amor y Verdad, el único que conoce el "misterio" que somos, prefiere vernos misericordiosos ante que justicieros. (P.M.)