Estar vigilante es ser prudente, es estar atento a la llamada de la caridad, es someter nuestra voluntad a la voluntad de Dios.
Estar vigilante es estar listo para el momento final desde ahora, es vivir cada día como si fuese el último, es amar a cada hermano o hermana como si fuesen únicos, es hacerse “nada” para que Dios sea “todo” en nosotros.
Ser vigilante es saber amar, incluso con gestos mínimos, pero con grandeza de corazón, es ponerse en último lugar, es ser siervo de todos.
Estar vigilante es saber rezar todo el tiempo, porque la oración es nuestro relacionamiento constante con Dios.
Finalmente, ser vigilante es no saber ni el día ni la hora, sino mantener encendida la lámpara para el encuentro con el Amor.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
¿Hay algo más noble en este mundo que "permitirle" a Dios tratar con sus hijos? Que no tengamos que arrepentirnos al final de la vida de haberle hablado y escuchado poco y rutinariamente. Hoy, ahora, es tiempo de "recapacitar". (P.M.)