El perdón, la concordia, la unión, la paz y la armonía, son frutos de la unidad. Pero lo que realmente logra la unidad es el amor mutuo, porque la unidad solo es completa y verdadera cuando estamos unidos con la presencia de Jesús entre nosotros.
“Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos” (Mt. 18,20)
Cuando falta la unidad, debemos restablecer esta presencia. La condición necesaria para que esto suceda es el amor recíproco.
Una vez establecida su presencia, se recompone la unidad.
Incluso con personas que no tienen una referencia religiosa, la práctica del amor recíproco genera unidad en la caridad.
La unidad es como la salud: su importancia es más notoria cuando ella falta.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Bastaría ver lo que perdemos con las desavenencias, las polémicas estériles y la desunión, para entender lo extraordinario y urgente de la concordia, que trae la luz, el gusto de la vida, la presencia de Dios. Costará, pero vale la pena. (P.M.)