Perseverar en creer en el amor de Dios no depende solo de una comprensión intelectual de que Dios existe y nos ama. Surge de una elección de vida coherente con la existencia misma de Dios, con sus leyes y preceptos, todos basados en el amor.
Cuando acogemos a Dios plenamente en nuestro corazón, la perseverancia se convierte en algo inherente a nuestra vida: es natural perseverar en creer en el amor de Dios frente a los obstáculos, frente a las pruebas que podrían poner dudas o vacilaciones en nuestro corazón.
Cuando amamos siempre, la perseverancia también se convierte en la parte práctica de la fe: es nuestra acción motivada por la fe de que Dios es amor.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
¡Qué "huérfana" y frágil está "nuestra casa" -los afectos, la vida, los ideales- cuando no se edifica sobre esa Roca! ¿Hay algo más urgente y fundamental que creer, y ayudarnos a creer, que a Dios le interesamos porque somos sus hijos? (P.M.)