Cuando damos algo a alguien y permanecemos apegados, experimentamos la privación y extrañamos de lo que dimos.
Sin embargo, cuando hacemos un regalo con generosidad esto no sucede. Solo queda en nosotros la alegría de compartir.
Ya he hablado otras veces de la medida que Dios nos pide. Él pide siempre todo. Solo que esta medida varia de persona a persona. Para algunos, todo quiere decir un dedal, para otros un tonel. Pero Dios solo ve el todo. Entonces, aunque siendo cuantitativamente diferentes, todos damos la misma medida; es decir, todo. Y vale la pena hacerlo con generosidad.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Desprendidos, "corazón ensanchado", cuanto más ligeritos de equipaje, mejor; que estamos "de viaje". Y seguramente a muchos les está haciendo falta lo que nos sobra a nosotros. El consumismo es así de injusto. (P.M.)