Hay relaciones que se supone son fraternas ya desde el origen, como por ejemplo, en la familia natural. Pero siempre debemos consolidarlas, porque la dinámica del amor requiere dedicación renovada cada día.
En nuestros ambientes: en el trabajo, en la escuela y con las amistades, también debemos consolidarlas para que sean verdaderamente fraternas.
La fraternidad debe ser visible, constante y creciente, hasta el punto de alcanzar la unidad, en la que realmente seamos un solo corazón y un solo espíritu.
La fraternidad universal no es utopía, es una realidad que ya existe y crece sin hacer alarde.
Tejer redes de fraternidad es la especialidad de los que aman.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
En el fondo de todo cuanto sucede en el mundo, aunque no lo veamos, se está gestando el sueño de Dios: "una inmensa familia que abarque todo el género humano". ¡Ojalá cuanto yo viva hoy sea para dar la vida por ese sueño! (P.M.)