La paz que se produce dentro de nosotros no depende del ambiente externo. Se deriva de nuestra relación con Dios.
Es una comprensión cósmica de todo lo que nos sucede. Ella nos sumerge en la realidad del Creador de todas las cosas.
Sin usar palabras, esta paz llega a otras personas y se propaga positivamente a nuestro alrededor.
En un entorno hostil, se vuelve aún más evidente y da testimonio convincente de que vale la pena cultivarla cada vez más en nuestro interior.
Quien está en paz consigo mismo, promueve la paz en todos los lugares y es reconocido como hijo de Dios. (Cf. Mt. 5,9)
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
¡Cuántas veces crecen en nuestro interior, sin que nos demos cuenta, yerbas de disgusto y malcontento! Dios me llama, entonces, a esta bendita soledad "habitada", donde Él, Jardinero, limpia, pone orden, y todo vuelve a florecer. (P.M.)