El deseo de fraternidad nos lleva a compartir plenamente con los hermanos, haciéndonos poner en común alegrías y sufrimientos.
Es interesante ver que compartir produce un significado diferente, según la situación: un sufrimiento compartido trae la sensación de que el peso fue dividido y se hizo más leve: el sufrimiento disminuyó; una alegría compartida trae la sensación de que se multiplicó: la alegría aumenta.
Para que la comunión tenga este efecto, el compartir debe ser de todo corazón, con mucha sinceridad y espontaneidad.
De esta manera no se nota quien da y quien recibe, porque ya somos un solo corazón y una sola alma.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Es el movimiento "natural" por el que entra Dios en el mundo, penetra el Amor y nos elevamos por encima de nuestras rutinas. "Hacernos uno" con la persona que tenemos delante es acercar el cielo a su corazón y comunicarle la Vida. (P.M.)