Siempre trato de cumplir lo que prometo cuando se trata de oraciones. Muchas personas me piden oraciones por situaciones particulares que están viviendo o sufriendo.
Es imposible recordar todos los nombres, pero diariamente entrego a Dios todas las personas que se recomiendan a mis oraciones. Incluso si no digo todos los nombres, estoy seguro de que Dios recibe estas oraciones y no falta su asistencia para nadie.
Incluso si no estoy cerca físicamente, con mi oración puedo estar presente en la vida de familiares y amigos, especialmente en los momentos difíciles. Porque, un mensaje, una llamada, refuerza la seguridad de que estamos unidos.
Rezar uno por el otro con sinceridad de corazón es como permitir que Dios trabaje a través de nosotros. Entregar todo en sus manos es actuar guiados por el amor. Esta es la fuerza y el poder de Dios en nuestras vidas.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
apoloniocnn@gmail.com
Ese abrazo de la oración mutua nada ni nadie puede impedírnoslo. Cuando la unión de corazones se engancha a "la Central" del Corazón de Dios, se acaban las distancias. Incluso quien no cree, puede "mandar buena onda" (Papa Francisco). (P.M.)