Exigencia entendida como necesidad. Es decir, aprender a medir mis exigencias según las necesidades del prójimo.
No es necesario privarme de cosas que puedo tener, solo es necesario que yo tenga el corazón abierto para amar a mi prójimo como a mí mismo.
Hacer al otro lo que me gustaría que hicieran por mi si estuviese en la misma situación. Es la conocida Regla de Oro. Viviéndola, vivo perfectamente el amor al prójimo.
A veces me siento impotente delante de las necesidades de tantas personas pobres.
Utilizo la siguiente estrategia: puedo ayudar a la persona que se encuentra a mi lado en el momento presente o a algún proyecto social que se ocupa de estas personas.
Lo más importante es reconocer la presencia de Jesús en cada prójimo y tener en cuenta sus necesidades.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Sobre todo el dolor inocente de tantas criaturas. Ello nos ayudará a no sobredimensionar nuestras dificultades, a ser menos exigentes, a vivir lo más esencial de esta vida que es el amor recíproco y la fraternidad universal. ¡Fratelli tutti! (P.M.)