“Los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan…” (Mt. 11,5)
Ya en Mateo 9,29 atendiendo al pedido de dos ciegos que le pidieron que los sanara, Jesús les tocó los ojos y les dijo: “Hágase según su fe”
Dios obra muchos milagros por medio de nuestra fe, pero el mayor milagro es la conversión de nuestros corazones al amor. Es el amor que fortalece nuestra fe y que siempre nos da esperanza.
Además del amor, otro requisito fundamental es la humildad: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.” (Mt. 8,8)
Amor, fe, humildad. Esta es la fórmula de los milagros.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Creo en Dios Omnipotente: con la omnipotencia de un Padre, eso sí, que busca siempre el bien de sus hijos. La confianza ilimitada en ese Amor Omnipotente me hace partícipe de su misma fuerza y me permite verlo todo con sus ojos. (P.M.)