“¡Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos!” (Sal. 133,1)
¿Quién no ha experimentado la inmensa alegría de estar unido a los hermanos, vivir en armonía y en el amor mutuo?
Es una alegría que nadie puede quitarnos del corazón: la alegría de saber que nunca estamos solos, que podemos contar con los hermanos en todo momento.
Es la alegría del cielo que invade la tierra. Sí, porque amar es la única virtud que continúa después de la muerte. El amor está en Dios. Dios es amor.
La alegría que nos llega del amor recíproco es de naturaleza divina y, por lo tanto, es invencible.
El amor recíproco es fuente de alegría y no de euforia, una alegría que es discreta, aunque intensa.
El amor mutuo es fuente de alegría porque es una fuerza que mueve montañas, que supera todos los obstáculos, que transforma el dolor en más amor.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Necesitamos de la alegría como del comer. Y cuanto más nos lleguen de fuera nubes de tristeza, más necesitaremos unirnos para encender entre nosotros la Luz del espíritu y vernos como Dios nos ve. Ese Amor nos mantendrá contentos. (P.M.)