Decirle sí a Dios significa decirle sí al amor; significa amar al prójimo como a mí mismo; significa vivir el amor recíproco.
Decir sí a Dios significa dejarse encontrar por Él, así como la oveja perdida.
Por mí, deja las otras noventa y nueve ovejas en el prado y viene a buscarme; y se alegra cuando me encuentra, cuando le digo mi “Sí”. (Cf. Mt. 18,12-14)
La plenitud de la alegría está en decir Sí a Dios viviendo su Palabra y poder cantar, como María: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador.” (Lc. 1,46-47)
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Lo sabe bien nuestra conciencia: sin el acuerdo íntimo con la Voz de Dios, somos seres volubles y superficiales. Ahí nacen muchas de nuestras tristezas y el disgusto que contagiamos. Abrirnos a la intimidad con Dios es regenerarnos. (P.M.)