De modos muy diferentes, la multitud comprende hoy que marginar a Dios de nuestra sociedad es la mayor insensatez. El único capaz de abrazar y sobrellevar nuestros dolores es Él. Yo seré cireneo, pero de solo un pedacito de esa Cruz. (P.M.).
El momento en que más deseamos tener a alguien a nuestro lado, es en la hora del sufrimiento. Hagamos lo mismo con los demás, porque esta forma de compartir es lo que más fortalece las relaciones.
El alejamiento o la indiferencia de un amigo o de los familiares en los momentos de dificultad, es un dolor más grande que el mismo dolor.
Hagamos lo que nos gustaría que hicieran por nosotros. No importa si ayudamos o no a resolver el problema del otro; lo importante es la presencia, la solidaridad, la actitud. Esto refuerza la relación de tal manera, que el otro adquiere la fuerza para seguir adelante, para soportar el dolor, para enfrentar y superar las dificultades, porque tiene el apoyo esperado y deseado.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento