No es un consejo, es una orden de Dios, cuya misericordia es tan infinita como su justicia. Y cuanto más el "espíritu de Caín" intente que nos veamos como rivales, tanto más nos dará Dios la luz y la gracia de vernos y amarnos como hermanos. (P.M.)
Todos tenemos defectos y virtudes. Sólo que, vemos con facilidad los defectos de los demás. A veces ese defecto no es tan grave, pero nos molesta y por eso, lo mostramos y combatimos.
Todo eso es una cuestión de tolerancia recíproca.
Recordemos que un defecto no es un delito y que nadie es la excepción a la regla. Todos somos susceptibles a cometer errores.
El amor recíproco puede sanar todo eso. El amor nos hace ver al otro como Dios lo ve: con una mirada siempre nueva y misericordiosa.
Con una mirada que lo ayude a mejorar y no lo condene por sus debilidades.
Un amor puro ayuda al otro a purificarse.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento