Tener compasión es hacerse uno con quien sufre, poniéndome realmente en su lugar.
Quien es compasivo, también es misericordioso, porque muchas veces el sufrimiento del otro es causado por sus propias debilidades.
Para tener compasión de mi prójimo debo renunciar a mi mismo, para vivir su dolor.
La compasión es mucho más que un acto solidario, es estar en total comunión con el otro.
Cuando tengo un brazo roto o herido, el otro trabaja por los dos. Eso es tener compasión.
Cuando tengo una pierna herida, la otra no sólo trabaja el doble, sino que se adapta al ritmo de la primera. Eso es ser compasivo.
Somos un cuerpo. Si una parte sufre, todo el cuerpo sufre con ella hasta que se recupera.
Tener compasión es tener un corazón que ama siempre y nunca se cansa.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
En nuestras relaciones humanas, hasta las más íntimas y estrechas, hay una "reserva de soledad" inevitable que cada uno ha de afrontar con valentía. Desde ahí, luego, atender al dolor de los demás es lo que nos hace curiosamente más fuertes. (P.M)