Cuando el amor a los demás ha hecho que nos sintamos más administradores y servidores que propietarios de esos bienes (no solo materiales, también experiencia, talentos, cualidades…), hemos sido los primeros en descubrirlos y valorarlos. (P.M.)
Todo lo que hay de bueno en nosotros son riquezas que podemos compartir: nuestros talentos y aptitudes naturales o adquiridas, nuestra inteligencia, nuestras buenas cualidades y virtudes.
La comunión fraterna es una de las primeras cosas que sentimos el deseo de realizar cuando vivimos en comunidad. No sólo una comunión de bienes materiales, sino también de bienes espirituales.
Cuando compartimos nuestra riquezas interiores, ellas se convierten en patrimonio de todos; y cuanto más damos, más ellas se multiplican dentro de nosotros y alrededor nuestro.
Todas nuestras riquezas interiores deben ser compartidas para el bien de todos.
Abraços,
Apolonio Carvalho Nascimento