Para que el dolor, las muertes y los absurdos de la vida no lo apaguen: solo el amor enciende la esperanza. Tenemos una Madre que ha visto morir al Hijo -¡que es Dios!-, y ha seguido amando, creyendo y esperando la Vida. (P.M.)
Ser vigilante en el amor es pasar por el sufrimiento del dolor con una fe inquebrantable en la resurrección.
Jesús pasó por los sufrimientos más atroces, venció a la muerte y resucitó, porque la fuerza del amor fue más grande que todo. Él sufrió como hombre, pero amó como Dios.
Creer que el Resucitado estará siempre a nuestro lado, que Él está también dentro de nosotros, nos da la fuerza para estar vigilantes en el amor.
Amar de inmediato, en el momento presente, sin esperar una ocasión favorable, porque cada momento de la vida es una oportunidad que tenemos para ser vigilantes en el amor.
El que permanece vigilante en el amor, al final de su vida escuchará del mismo Jesús: “Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo.” (Mt. 25,34)
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento