Con nuestras propias alas, el amor a Dios y el amor al prójimo. Si para nacer y crecer sanos necesitamos "el nido" (la familia, los amigos, la comunidad...), para madurar necesitamos "desapegarnos" y volar. Que "la vida se acrecienta dándola". (P.M.)
El amor recíproco nos sostiene.
El servicio concreto, el sentirnos hermanos y hermanas, la corrección fraterna, la misericordia y el perdón, la vida en comunidad es nuestro sustento cotidiano, es nuestra base sólida.
Estos son los frutos de una vida enraizada en el amor, que garantiza la presencia de Jesús resucitado entre nosotros.
El amor mutuo no es un concepto abstracto y no solo una filosofía. Es una nueva sociedad, una nueva civilización, una nueva mentalidad, cuando cada uno se vacía de sí mismo para acoger al otro por completo.
Y así, cada uno es sustento para el otro.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento