Si nacimos por el amor de nuestros padres, cooperadores del Amor Creador, sigue siendo el amor la fuente de la vida. Pero mana la fuente ahora dentro de nosotros. Y lo notamos: que vivir es amar y, sin amor, la vida es mortecina y anodina. (P.M.)
En el diálogo con Nicodemo, Jesús explica que si él no nace de nuevo, no podrá entrar en el Reino de los Cielos (Cf. Jn. 3,2-3). Hoy esto significa dejar entrar la vida de Dios en nosotros, a través de su espíritu que hace nuevas todas las cosas.
Debemos recomenzar siempre como si naciéramos de nuevo. Nuestras limitaciones pueden dar la impresión de que no somos capaces de llegar a la perfección, pero para quien ama, esto es posible. No una perfección arrogante de quien se cree superior a los demás y mejor que ellos, sino la perfección en el servicio al hermano, en el recomenzar a amar en cada momento presente, construyendo desde ahora nuestra eternidad.
Recomenzar siempre es como renacer en el amor.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento