A la hora de amar y servir, siempre nos encontraremos con circunstancias y personas menos agradables y preferiremos tal vez lo que más nos gratifica. ¿Pero Dios nos ama así? ¿Serán esas las preferencias del amor bueno de una madre buena? (P.M.)
Si alguien te pide la túnica, ofrécele también la capa. Si alguien te obliga a caminar una milla, camina dos con él. (Cf. Mt. 5,40-41)
La generosidad está siempre presente en las enseñanzas de Jesús. Él nos enseña a no permanecer sólo en lo que es nuestra obligación, sino ir más allá y hacer más de lo que se nos pide. Amar sin medir esfuerzos para suplir todas las necesidades del prójimo.
Nunca negar ayuda, incluso cuando no nos la piden directamente.
Ser generoso no es sólo dar cosas materiales, sino también nuestro tiempo, nuestros talentos, ofrecer propuestas creativas para solucionar los problemas del otro, dar instrucción.
Ser generoso es ofrecer solidaridad, compañía, es ayudar al otro a llevar su cruz.
Ser generoso es ofrecer la propia vida.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento