Que las graves tensiones del mundo no nublen lo inmediato que nos corresponde vivir, precisamente para bien de ese mundo: el calor de la familia, la atención y la predilección por quien sufre, el buen tono, positivo, de nuestra convivencia. (P.M.)
Todos los días, y más de una vez al día, rezo el Padre nuestro. Llamar a Dios Padre, implica considerar a toda la humanidad una sola familia, porque si Dios es mi Padre, es también Padre de todos.
Si es así, debo cambiar mi forma de ver a cada persona que encuentro durante el día como verdadero hermano o hermana.
Toda persona, sin importar quien sea, debe ser tratada como mi padre o mi madre, mi hijo o mi hija; es decir, como mi propia familia.
Cuidar de todos sin distinciones, servir a todos con gusto, amar a todos por deber.
Donde mi servicio no puede llegar, que llegue mi oración; donde mi afecto no puede llegar, que llegue mi acción, donde no puedo estar personalmente, que llegue mi intención, pero que mi amor llegue a todos.
Abraços,
Apolonio Carvalho Nascimento