Mis propias "horas bajas" amenazarán siempre con apagar la Luz que llevo dentro. Pero, curiosamente, apenas intento reavivarla en los demás, débiles como yo, advierto que también vuelve a lucir la mía. ¡Es el Amor mutuo, la LUZ! (P.M.)
Todos somos débiles y vulnerables. Nadie está exento de un error o una caída. Por lo tanto, poniéndonos en condición de igualdad, podemos ayudarnos recíprocamente.
Podemos asumir los problemas del otro como si fueran nuestros. De este modo, sabremos qué hacer para ayudarlo.
El amor nunca se manifiesta en vano. Amar sin juzgar y sin pretensiones puede realizar en nosotros el milagro de cambio que queremos ver en el otro. Esto será motivo de renovación para nosotros y para él.
Asumir los problemas del otro no significa resolver las cosas por él. Significa estar cerca y ser solidario en las dificultades. Significa amarse recíprocamente. Y el amor recíproco es más fuerte que cualquier problema.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento