Tal como es. Sin pretender que sea como nos gustaría que fuese. Y acoger no por "un favor" del momento sino por la actitud de siempre. La Madre -y las madres-, reflejos del amor de Dios, más que hacer favores, son un Favor permanente. (P.M.)
La acogida practicada con amor, puede ser una de las obras de misericordia que Jesús mencionó al revelar cómo sería el juicio final. Nos preguntará sobre el amor: si amamos dando de comer al hambriento, de beber al sediento, si vestimos al desnudo, si visitamos y socorrimos a los enfermos y los encarcelados, y si acogimos a los peregrinos. Después, dirá que cada uno de estos gestos consideró como hechos a él.
La acogida puede ser practicada de múltiples maneras: ayudando a alguna obra que acoge mendigos, personas sin hogar o dependientes de drogas, ancianos o menores sin techo, etc.
La acogida también se puede practicar en la relación con las personas: servirlas bien con nuestra profesión, escuchar a los amigos, recibir con alegría a los familiares o a cualquier otra persona que esté a nuestro lado.
Es decir, vivir la acogida es reconocer la presencia de Jesús en cada prójimo.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento