Porque ahí "habita la Verdad" y se encuentra a Dios y se limpia el corazón; ahí nace el sosiego y la paz íntima. Del silencio y la reflexión proceden la unción de nuestras palabras y la fecundidad de nuestras obras. No hay planta si no hay raíz. (P.M.)
Para poder cuidar de todo lo que me rodea, tengo que cuidar también de mi interior.
Cuando estoy bien conmigo mismo, puedo amar más y mejor a mi prójimo, y también puedo cuidar del medio ambiente. Es la armonía interior que se refleja en el exterior y viceversa.
Esta completa armonía predispone un estado de ánimo que facilita mi relación con Dios. Es como si el momento de oración se prolongase a lo largo de todo el día. El diálogo con lo trascendente se vuelve parte del trabajo, de los estudios y de las relaciones interpersonales.
Cuidar de la interioridad significa buscar equilibrio entre emoción y acción, para que el mundo exterior se convierta en una extensión de mi mundo interior, y así, vivir una continua evolución desde punto de vista humano y espiritual.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento