¡Ojalá percibir este Amor de Dios no sea solo un acto de fe sino también una experiencia! Es muy natural y evidente: cuando le amamos, Él se manifiesta. Nuestro amor, aun débil y pobre, es la puerta necesaria para que Él entre y permanezca. (P.M.)
“Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes.” (Jn. 15,4)
Lo que nos hace permanecer en Dios es vivir el amor en cada momento presente.
En todo el capítulo 15 del Evangelio de Juan, Jesús nos llama a permanecer en su amor. Y nos da su mandamiento: que nos amemos unos a los otros.
Permanecer en el amor de Jesús es lo mismo que permanecer en Dios, porque fue el amor del Padre que Jesús trajo entre nosotros.
En cada gesto de amor a los demás, hacemos fructificar ese amor, porque en el corazón de cada uno de ellos dejamos plantada la semilla del amor de Dios.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento